Un asunto del corazón.
Desde que tenemos memoria, hemos
escuchado sobre los conflictos en el oriente medio, Israel, Palestina, franja
de Gaza, Cisjordania, territorios ocupados, bombardeos, etc; un conflicto que ocupa
siempre el primer lugar en los noticieros internacionales. Su origen para
muchos se debe a razones políticas, económicas y/o religiosas.
Sin embargo cuando escudriñamos en
las Sagradas Escrituras (Gen.Cap.16-17-18 y 21)
llegamos a un entendimiento pleno de las verdaderas motivaciones, y no puedo evitar dirigir mi atención hacia los asuntos del
corazón, pués sí, en efecto, no era una lucha que se inicio en el contexto de lo que hasta ahora se
ha desencadenado territorialmente, no hubiera podido medirse en aquel entonces
el alcance de lo que fue sembrado en la forma de una cruel discriminación, que
diabólicamente entró a dividir la
voluntad de los corazones; generándose un problema familiar muy particular.
Revisando la historia encontramos que : Abram abandonó su tierra, su
familia, y sus dioses para caminar por fe cuando Jehová Dios lo llamó. Tenía
entonces 75 años y Sara 65. Habían
pasado 367 años después del diluvio.
Cuando Abram tenía ochenta y seis
(86) años nació Ismael engendrado en Agar su sierva (ver Gen 16:15-16). Y
Cuando nació Isaac, Abram contaba cien (100) años (ver Gen.21:5). De manera que
tenía entonces Ismael 14 años cuando nació Isaac.
Ismael no era el heredero de
Abram, sino que el heredero fue Isaac. Así que ya había sido sembrada la
semilla de la discordia, pues Ismael era el mayor de los hijos de Abram, además
Isaac era el hijo de Abram y Sara su, esposa, e Ismael era el hijo de Agar la sierva.
Es en ese contexto que debemos ver
el origen de la disputa entre judíos y árabes. De la misma forma como se sintió Caín cuando Dios no se agradó de su ofrenda, así debió sentirse Agar, cuando
Abram prefirió al hijo de Sara y la echó de la casa, (Gen 21:8). Pero Dios le había dicho a Abram que hiciera
todo lo que Sara le dijera, por tal razón fue que Abram echó a Agar y a su
hijo del hogar.
Se había creado una situación de
celos, menosprecio, de burla, de abuso de autoridad. Agar fue abandonada con su
hijo en el desierto mientras que Sara disfrutaba de todos los bienes junto a su
esposo.
Las raíces de los problemas entre
los árabes y los judíos hay que buscarlas en la familia de Abram. Es aquí donde
comienza esa disputa. Es una situación familiar, una situación entre hermanos.
Ismael se sintió rechazado por su
padre quien escogió a Isaac y no a él. Es una historia de burlas, de rechazo,
de venganzas. Era el mismo espíritu que había atacado a la familia de Adán, a
la familia de Noé, a la familia de Abram, de Isaac y de Jacob. Es el mismo
espíritu que ataca a las familias de hoy sembrando la discordia, la división y
la maldad entre los hermanos, entre los hijos y los padres. Es el mismo
espíritu que hace que miles de hogares sean destruidos. Eso no ha cambiado ni
cambiará.
Así que Satanás hace lo mismo con
la familia de Abram. Trata y logra sembrar la discordia entre los dos hijos de
Abram, entre Ismael, el mayor e Isaac el menor.
Siembra el menosprecio y la burla
en Ismael. Y esta burla ocasiona enojo en Sara, quien ordena a Abram que eche a
su esposa Agar y a su hijo de la casa.
Satanás volvería a atacar a la
familia de Isaac. Logra sembrar el odio, la venganza, el engaño, la envidia, la
soberbia, la maldad, la idea del crimen en Esaú, hermano mayor de Jacob.
De familias desunidas, de familias atacadas por Satanás es que nacen los problemas de las naciones. Ismael, padre
de los árabes miraba con recelos a su hermano Isaac. Desde entonces ambas
naciones se odian y no se pueden ver, aunque son hermanas del mísmo padre.
Y esa lucha que muchos no
entienden y que buscan sus raíces en problemas políticos no cesará hasta el
final de los acontecimientos. El odio de los árabes es de tal magnitud que le
niegan el derecho a Israel a existir como estado y quisieran ver al pueblo
judío desaparecer del planeta.
Ismael no era el heredero de
Abram, sino que el heredero fue Isaac. Así que ya había sido sembrada la
semilla de la discordia, pues Ismael era el mayor de los hijos de Abram, además
Isaac era el hijo de Abram y Sara e Ismael era el hijo de la sierva.
Dos familias, dos hijos, un
problema que ha persistido durante casi 4000 años.
Lo que existe entre árabes y
judíos es la maldad que habitó en el corazón de Ismael, de Agar, de Sara, de
Abram y de Isaac. Fueron hechos prisioneros del celo, de la envidia, de la
burla, de la injusticia. Se dejaron llevar por cuestiones vanales. Dios quiso
ser justo y bendijo a ambas naciones, pero ellos no actuaron como Dios había
ordenado. Dios le dijo a Agar que volviera y fuera fiel a su señora, y ella lo
hizo, pero luego fue echada de la casa. Ese desprecio de Sara por Agar y su
hijo sembró la discordia,
Esa guerra familiar fue la causa
para la división. Si eso no hubiera existido, si Sara no hubiera actuado así,
si Agar hubiera hecho lo que Dios le dijo que hiciera, hoy no habría dos
naciones que se odian, hoy estarían sirviendo al mismo Dios, al Dios de sus
padres, al Dios de Abram.
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